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Leyendo el libro de «Ser feliz no implica ser idiota» de Javier Cebreiros me estoy encontrando con que somos varias las personas que compartimos ciertas opiniones.
«Nos entrenaron para buscar los fallos»
Algo que pienso desde hace tiempo, y lo he comprobado en varias ocasiones, es que nos han enseñado a fiscalizarnos en todo aquello en lo que erramos o no somos buenos.
Me acuerdo cuando llegaba a casa con las notas que me habían dado en el colegio.
Había alguna asignatura en la que «debía de mejorar» … ¿En que pensaba yo?: en la bronca que me iban a hechar en casa al ver los suspensos!!!
Entregaba las notas a mis padres con cierta «delicadeza».
¿En que se fijaban mis padres? … En las dos asignaturas suspensas que tenía!!!
Poco importaba que tuviese otras diez asignaturas aprobadas, y algunas incluso con sobresaliente.
¿ Cual es la razón de que ocurra ésto?. Pues, como bien dice Javier, nos han entrenado para ello.
Y así es como se «castran» ciertas capacidades.
¿ De que me ha servido saber como se resuelven los logaritmos neperianos si lo que me encantaba era la filosofía?
Y ahora que soy padre, estoy siendo consciente de lo importante que es este tema en la educación de nuestro hijos. Tenemos una gran responsabilidad a este respecto.
Si sólo nos focalizamos en aquello en lo que nuestros hijos no » sacan la mejor nota», dejaremos de lado en lo que realmente destacan y pueden desarrollar su gran potencial.
Ok, hasta ahora nos han entrenado a fijarnos en lo que fallamos. Pero eso no es excusa para que, a partir de ahora, también le demos importancia a todo aquello en lo que somos buen@s.
Cambiemos el entrenamiento, cambiemos el patrón, cambiemos la creencia,…
¿ Que pasará cuando se ponga en funcionamiento el nuevo entrenamiento de fijarnos, y no nos olvidemos de celebrarlo, en lo que somos buenos, en lo que acertamos y en lo que destacamos?
Un abrazo,
Felipe
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