¿Qué estás haciendo con tu vida?

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Tarde soleada en Madrid. El aeropuerto de Barajas en plena efervescencia.

La T4 abarrotada de personas que corren de un lado para otro.

En la sala VIP, Luis espera a que salga su vuelo mientras revisa los emails recibidos en un día lleno de reuniones.

La semana laboral se acaba … para algunos. A Luis aún le quedan varias horas que, con casi total probabilidad, invadirán parte de su fin de semana.

Tras diez años dedicando catorce horas diarias a su trabajo, ha logrado ser director territorial y, dentro de sus responsabilidades, gestiona a un grupo de poco mas de 400 personas.

Como máximo responsable de la zona, el acudir a eventos públicos es parte de su rutina diaria. La mayoría de comidas y cenas suelen ser con políticos, grandes empresarios y profesionales del sector.

Muchos de sus amigos y viejos compañeros de la universidad admiran a Luis por su gran ascensión profesional y por estatus laboral.

La contradicción surge al escuchar su propia conversación interna donde hace tiempo que no se siente a gusto con su día a día. Como la rutina diaria tampoco le deja mucho tiempo para pensar, este dialogo interior queda relegado a un segundo, o tercer, plano.

“Este es el anuncio para los pasajeros ….” – se anuncia el embarque para el vuelo.

Rápidamente Luis mete el portátil en su maletín de cuero mientras que, con la otra mano, coge su Blackberry para seguir revisando, y contestando, los emails de camino a la puerta de embarque.

“URGENTE::. Nueva revisión de costes de zona” – el asunto del email le deja de piedra. Mientras baja las escaleras de la sala VIP a la zona de embarque, sigue leyendo los detalles los cuales le confirman que tendrá un fin de semana encerrado en casa trabajando.

“Me quedo sin fin de semana … otra vez “ – se queda pensando mientras que se empiezan a mostrar señales de enfado de su cara.

De repente, sin avisar … una presión se cierne sobre su pecho. Sin apenas poder reaccionar …. Se nubla la vista y … se apaga todo.

Varias sombras se empiezan a vislulmbrar en la oscuridad…

Acompañadas de sonidos y preguntas de personas, empiezan a distinguirse mas y mas los detalles de cada una de las personas.

A pesar de que el sol atraviesa con furia las cristaleras de la terminal, el suelo está frio. Quizás sea una sensación producida por el excesivo cansancio acumulado de estos días. Su abuela siempre le decía que si estaba “destemplado” era porque no habia dormido nada.

La reacción inmediata es levantarse. Sin embargo los sanitarios, que aún están guardando las palas del desfibrilador, impiden que se levante dado que podría marearse aún mas.

Poco a poco, le ayudan a incorporarse.

“¿He perdido mi avión?” – fui lo primero que preguntó. Aun sin ser consciente de la grave situación por la que había atravesado, su única preocupación era saber si había perdido el avión que le llevaría de vuelta, no a su casa, sino a su oficina.

A la semana siguiente, acudió a su médico para proseguir con una serie de pruebas que valorarán su estado.

“Luis, voy a ser muy claro contigo” – le espetó Juan, su médico de toda la vida.

“Esto pinta mal, muy mal”. Luis empezó a tragar saliba ….

«Luis, te conozco desde hace tiempo y, precisamente por ésto, no quiero andarme por las ramas. Si no paras … la vida te parará».

«No puedo» – le soltó rápidamente Luis.

«Estoy implicado en varios proyectos que necesitan que esté al 1.000 . Sé que tengo que descansar pero ….»

«Tú sabrás. Por lo de ahora te voy a obligar a cogerte un baja ya que los resultados de las pruebas así me obligan» – sentenció Juan.

Tras varios «peros» y algun que otro «ahora no puedo parar», Luis se vio obligado a aceptar la realidad.

El día siguiente fue un día duro para Luis ya que comunicar a la compañía que tenia que tomarse un descanso forzoso y delegar todas sus funciones no era trago de gusto.

Lo que restó de semana fue un período muy difícil ya que la tentación, o casi «obligación» autoimpuesta, de llamar a la oficina para saber como se estaban desarrollando todos los temas pendientes era muy grande.

Tras una primera semana, la siguiente fueron unos días de descubrimiento. Cuando Luis les dijo a los peques que los llevaría al colegio, éstos no daban crédito. El comer y cenar en casa pasó a ser un novedad que, tanto su mujer como los niños, disfrutaban como si fuese una fiesta.

El cambiar el traje y corbata por unos vaqueros y un polo … un «experiencia religiosa».

¿ Y volver a ver a los amigos ?

Aunque si bien es cierto que intentaba ver periodicamente a todos los amigos, siempre era para unas cañas rápidas o para una cena de compromiso. Rara vez el tiempo le daba la oportunidad de disfrutar y saborear el tiempo de compartir unas risas con sus amigos sin que la amenaza del reloj se cerniese sobre sus pensamientos.

Tras varios días se acordó que hace mucho tiempo que había quedado en llamar a Jose.

Jose era un viejo amigo de universidad con el que, mas de una vez, había fantaseado en hacer realidad varios proyectos profesionales. La ferviente trayectoria de Luis hizo que, poco a poco, se alejase de retomar los planteamientos, lo cual siempre era objeto de los cortos encuentros que, ocasionalmente, tenían en aeropuertos o lugares donde el destino queria que coincidieran.

Una tarde de un viernes quedaron en una soleada terraza del paseo maritimo. Con un gran y profundo abrazo, dos viejos amigos volvieron a encontrarse siendo conscientes de que ese momento era especial.

Tras muchas risas y desempolvar viejos recuerdos, Jose le preguntó a Luis el motivo por el cual hoy estaba de «paisano».

Luis le contó gran parte de los detalles de lo sucedido, a lo que, con todo cariño, Jose preguntó: «¿Y que piensas hacer a partir de ahora?».

Esa pregunta retumbó en lo mas hondo de Luis. No se la había planteado.

Con su habitual facilidad para ser cordial y, a la vez, evitar dar respuestas comprometidas, Luis quiso ponerse al tanto de los proyectos y novedades de Jose.

Éste le comento que hacia un par de años que le había despedido de su empresa fruto de un ERE. A partir de ese instante decidió poner en practica uno de los proyectos con los que siempre fantasearon en su momento.

Al principio invirtió mucho tiempo y esfuerzo pero, al poco tiempo, y dado el gran conocimiento y ganas reales de conseguir su objetivo, los resultados positivios fueron la tónica general del día a día.

Hoy por hoy su nuevo proyecto ya no era un sueño, sino que era una realidad.

«De hecho el lunes tengo una presentación pública. ¿Porque no te acercas y los ves?» – le planteó Jose.

El lunes Luis y Jose se volvieron a encontrar en el evento. Fruto de la presentación, Luis empezó a descubrir ciertos pensamientos como «me encanta», «éste si que es un proyecto donde me encantaría invertir tiempo» y «aquí si que puedo desarrollar las capacidades que realmente me gustan».

Como si de telepatia se tratase, al final de la jornada, y entre caña y caña, Jose le preguntó a Luis: «¿Porque no te animas y te involucras en este proyecto?».

Al fin y al cabo el proyecto era fruto de las ideas y, quizás, locuras que, en su momento, habían compartido los dos, con lo que Jose sabía que, en el fondo, Luis estaría muy alineado con la esencia y objetivo del proyecto.

Sobra decir que Luis se lo pensó y planteó el cambio varias veces.

Al final no aceptó el dejar su cargo directivo, lo cual Jose llegó a entender y aceptar no sin antes dejarle claro que las puertas siempre estarían abiertas a hablar.

A las dos semanas, Luis estaba de nuevo al cargo de la «nave» corporativa.

Esta vez era muy distinta … cada comida que tenía con un alcalde se acordaba de la comida que había tenido con su niños y su mujer.

Cada avión de las [07:30] le rememoraba el beso de los peques antes de bajarse del coche cuando los acercaba al colegio.

Cada cena en el hotel de turno estaba acompañada de la oportuna revisión de informes preparativos de las reuniones del día siguiente … «podría estar en casa con mi familia y mis amigos»

Todo ello aderezado de un constante, e incesante, bombardeo de emails en la Blackberry.

La presión en el pecho le daba esas señales que eran conocidas para él.

«¿ Qué estoy haciendo ? … ¿ realmente quiero ésto para el resto de mi vida ?». Éstas eran preguntas que le asombraban alguna que otra noche mientras estaba camino del hotel o en una cena con otros directivos donde la única conversación era sorprender al compañero con los puntos que le había retirado la guardia civil en su última «carrera» por la autopista.

» Y si llamase a Jose …»

Y yo te pregunto:

¿ Que estás haciendo con TU vida ?

¿ Realmente estás desarrollando TU proyecto ?

¿ Cuan feliz serías si estuvieses dando los pasos para convertir TU sueño en TU realidad?

Un abrazo,

Felipe García

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Mi Enfoque

  • Compartir contigo toda mi experiencia
  • Aportarte una perspectiva diferente de la experiencia de cliente
  • Honestidad, compromiso y cercanía
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Felipe García Rey

Felipe García Rey: Coach Motivacional

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