Imagen de Antonio Gutiérrez
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«Aquello a lo que prestas atención será lo que crezca»
«Este abuela mía está un poco para allá» – pensó el niño cuando aquella señora le llevaba por el medio del bosque cogidos de la mano.
Años después aquel niño se convirtió en adulto … y, como si de un fogonazo de luz fuese, las palabras de la abuela deslumbraron su mente.
En ese momento David, que así se llamaba el «niño», estaba pasando por una etapa difícil.
Tenia la sensación de estar sobreviviendo en esta vida, en lugar de vivirla.
Sus relaciones personales eran casi un visto y no visto. Y lo que mas le preocupaba era que apenas sentía nada cuando iniciaba, o terminaba, una de ellas.
Su trabajo … si, era un trabajo. Era puntual, tanto a la entrada como a la salida de su puesto en la cadena de montaje de coches «low cost». Le aportaba ese dinero que necesitaba para su gastos y poco más …
Sabía que todo aquello era lo que no quería, se lo decía todos los días, se lo repetía hasta la saciedad … pero seguía allí, sobreviviendo.
Un día tomó una decisión que cambiaría su forma de ver la vida … iría a ver a su abuela que, aunque con mas años, seguía viviendo en la casita de piedra donde, años atrás, habían nacido varias generaciones de la familia.
A los pocos días, allí estaba, enfrente a la casa. Estaba igual que la recordaba de niño. Por un momento, su memoria le llevó a su niñez, cuando corría por aquellos verdes prados bajo un radiante sol que templaba una suave brisa de verano.
En ese instante logró sentir ese olor tan característico de la hierba recién cortada mezclado con el desprendido por las montañas de madera que apenas habían sido cortadas hace unas semanas y reposaban bajo el sol.
Cuando estaba sintiendo ese recuerdo, de pronto, fue interrumpido por un grito de alegría. Era la vieja anciana que, apoyada en su bastón de madera, intentaba apresurarse a abrazar a su alto y espigado nieto, como si tuviese miedo a que escapase cual paloma asustada.
Después de abrazos, besos y, quizás alguna que otra lagrima, la abuela metió a David en casa para disfrutar de su compañía.
Tras ponerse al día de sus vidas, la abuela preguntó:
– «¿Qué te pasa mi niño? … te veo preocupado»
– » Nada, abuela. Simplemente estoy cansado » – respondió David aunque por dentro había una voz que gritaba «¿para qué has venido entonces?».
Aquellas arrugadas manos, que escondían la esencia de muchos años de vivencias, cogieron las del joven.
– «Sabes que puedes confirmar en mi. Quizás no esté al tanto de todo lo que ocurre ahí fuera pero, en lo que te pueda ayudar, aquí está tu abuela» – los ojos de aquella señora eran pura humildad.
– » mmmm …. » – David no sabía por donde empezar
– «La verdad es que …. quería verte. No me preguntes la razón pero algo en mi interior me dice que tengo que hablar contigo» – la mirada de David no dejaba de apuntar al suelo.
– «Pues aqui me tienes mi hijito … cuéntame lo que quieras» – sonrió la anciana.
-» Verás … llevo un tiempo en mi vida que no sé lo que hacer» – tomo impulso David – » tengo un trabajo que no me gusta, tengo unas relaciones que no me satisfacen, no sé que hacer con mi vida ….»
-«¿Y que quieres hacer mi pequeño?» – preguntó la anciana con una gran calma y manteniendo la sonrisa llena de bondad.
-«No quiero tener miedo, no quiero ser infeliz, no quiero perder el tiempo de mi vida, …. no quiero….» – David necesitaba desahogarse.
-«Ahí está tu problema ….» – le dijo la abuela.
David frunció el cejo.
-«¿Cómo?» – no entendía lo que había querido decir la anciana – «¿A que te refieres?»
-«Pues que estás todo el tiempo diciendo que es lo que no quieres en lugar de pedir lo que quieres!!!» – exclamó la abuela.
– «Hace mucho tiempo aprendí que nuestra mente no es capaz de entender la palabra NO por lo que asume lo que le sigue» – la abuela se inclinó hacia adelante para captar mas la atención de su querido nieto.
– «Cuando tu dices que «no quieres perder el tiempo», realmente, le estás diciendo a tu mente que «quieres perder el tiempo». El foco lo están centrando, de una forma u otra, en «perder el tiempo» y no en disfrutarlo, vivirlo o sentirlo. ¿Entiendes? » – la anciana arqueó levemente las cejas.
David se quedó con la boca abierta.
Acababa de descubrir el porque de sus sensaciones de desanimo o desmotivación: estaba centrando su foco en algo totalmente contrario a lo que quería.
– «Y,¿ que hago ahora?» – volvió a apoyar su mandíbula en sus manos como si la cabeza le pesara una tonelada.
De repente la abuela empezó a reírse como hace tiempo que no lo hacía. Tan contagiosa era su risa que incluso David levantó la cabeza con una sonrisa que disimulaba su desconcierto interior.
-«¿De que te ríes, abuela?» – logró decir David entre risa y risa.
-«Pues que la solución es la mas fácil que te puedas imaginar!!!!!» – exclamó aquella anciana que seguía poseída con el duende de la risa.
Cuando logró apaciguar las carcajadas, prosiguió: «lo único que tienes que hacer es centrar tu atención EN LO QUE REALMENTE QUIERES, dejando de lado lo que no quieres».
Y, de nuevo, mas carcajadas …..
En el Coaching el foco es muy importante.
Aquello a lo que prestas atención es aquello sobre lo que estás trabajando.
Quizás no seas consciente de ello pero, sin duda alguna, es donde se concentrar tus energías, tus acciones y tus inquietudes.
Es por ello que el definir claramente el objetivo ( foco ) de una sesión, o de un proceso de sesiones es vital.
«¿Que objetivos quieres conseguir?» – suele ser una pregunta inicial de cualquier Coach a su Coachee.
«Quiero dejar de tener miedo a …» – alguna vez lo he obtenido como respuesta.
¿Dónde estás centrando tu foco? … en «dejar de tener miedo a … «?
¿Qué quieres conseguir? ¿Dejar de tener miedo? ¿Tener mas seguridad?
¿Dónde estás centrando tu foco?
Centra tu foco ….
Un abrazo,
Felipe García
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