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Regreso de vacaciones que, este año, ha incluido un gran viaje con mas de 25 horas de avión.
«Aún me quedan unos días de descanso antes de volver al trabajo» – pensé al entrar en casa.
Al día siguiente, aún con el efecto del famoso «jetlag», cogí la agenda para ver si tenía algún compromiso para los siguientes días.
«Mmmm, le debo una comida a Leandro» – no pude evitar una sonrisa acompañada de una dosis de alegría.
Días después, allí estábamos. Comiendo tranquilamente y compartiendo, como siempre hacemos cada vez que nos encontramos, las inquietudes que cada uno tiene.
Aunque con la alegría de un niño al que le has prometido llevarlo a la playa, siempre que hablamos de posibles proyectos, de trabajos que cada uno está realizando, de campos que estamos analizando, etc … reina un ambiente de seriedad en tanto en cuanto sabemos que es muy importante para el que está enfrente de nosotros todo lo relacionado con el desarrollo personal.
Reconozco que Leandro es de esas personas con las que estaría hablando miles de horas. Sus poros respiran ganas de crecer, ansias por mejorar y, sobretodo, algo que siempre persigo hasta el último extremo …. desarrollarse uno mismo ayudando a desarrollarse a los demás.
«¿Estás preparado para este sábado?» – me espetó mientras me deleitaba con un sabrosisimo solomillo con salsa de roquefort.
Mis ojos se giraron con evidentes signos de interrogación y sin ocultar rasgos de asombro.
Rapidamente, cogí el móvil y revisé la agenda del sábado. No había nada programado.
«¿A que te refieres? ¿Habíamos quedado en algo?» – reconocí mi total desconocimiento por el cual podrían acusarme de olvidadizo. Soy consciente de que muchas veces se me olvidan las cosas. Es por ello que siempre apunto todo en mi móvil que, mas que periférico de comunicaciones, es una agenda/diario/repositorio de notas/cajón de ideas/bolsa de proyectos/ … y no sé cuantas cosas mas. Eso si, el único defecto que tiene es que no apunta solo, con lo que si el dueño no apunta, pues …
«Te habia comentado que el último fin de semana de Agosto …. » – ya no hizo falta decir nada mas.
«Ahhh, si … » – de repente me asaltó una imagen que, si bien era conocida por mi, tenía muchas ganas de vivirla.
«Dime lugar y hora .. y allí estaré»
Sábado por la tarde.
El sol reluce en Parga ( Guitiriz ). El encuentro con Leandro me regala el descubrimiento de un lugar casi mágico que, sin duda alguna, volveré a visitar. En Deva me encontré con un remanso de paz y tranquilidad. Ya no solo por ser un lugar apartado del mundanal ruido sino que la gama de actividades que se realizan periódicamente es muy amplia.
Al llegar al punto de encuentro pactado, hallé a un Leandro con una gran sonrisa y preparando … la leña.
«¿Estás preparado?» – me preguntó al llegar.
Reconozco que mi «vivo preparado» ocultaba una mezcla de curiosidad y ganas de enfrentarme al que es, desde que el hombre es hombre, un reto de primer nivel.
Leandro reunió a un grupo de personas que, formando un circulo en la entrada de la casa, estaba conformado por personas muy heterogeneas. Desde una coach, un pintor de coches o una profesora de Yoga.
Tras una gran y amplia exposición, y preparación, de lo que íbamos a ver y, posiblemente, experimentar de repente aparecieron … unos cristales !!!
El estado de presencia que debes de tener en el momento en que das el primer paso es elevado, muy elevado. Evidentemente la confianza lo es todo.
Tras dicha experiencia nos fuimos a degustar una exquisita cena con productos de la misma huerta y de la zona … sano, sano.
Al salir, la noche se había adueñado del lugar.
Al fondo, en un esquina brillaba. Con su luz poderosa, encadiló a todos los que nos acercamos a verla. Hasta tal extremo que, a los pocos minutos, todos estabamos sentados alrededor de ella … cantando, charlando o, simplemente, mirándola.
Allí en el medio, ella era la reina que nos regalaba el calor y el brillo de su cuerpo incandescente. Era un gran hoguera con la que todos establecimos un vinculo especial. Cada uno de nosotros depositó en ella sus miedos, sus temores, sus fantasmas y, quizás …
Creo que lo que viene ahora, te lo puedes imaginar perfectamente.
Exacto, habíamos acudido para realizar un firewalking ( caminar sobre brasas ).
Evidentemente no voy a ser tan irresponsable de recomendar a todo el mundo que realice el desafio. Creo que cada uno debe de estar preparado para asumir la responsabilidad de elevar su confianza, de dejar atras miedos o creencias que, hasta ahora, no han dado su fruto.
Créeme si te digo que no es tarea fácil.
Como decía Leandro «¿Puede hacerse daño alguien?… por supuesto».
«Lo único que necesito está dentro de mi» … mantra que muchos nos repetíamos antes de iniciar el ardiente camino que apenas iluminaba la fria y oscura noche de Parga.
Dicho automensaje puede parecer inutil a muchos ojos. Es lógico.
También es lógico que el significado de dichas palabras sean totalmente distintas cuando, frente a ti, se encuentra un camino lleno de rojizas brasas con una temperatura no inferior a 800ºC ( a recordar que la piel se derrite a 150ºC ).
Para evitar cualquier tipo de distracciones o faltas de concentración, la cual no es que sea necesaria, sino que es imprescindible, se prohibieron cualquier tipo de fotografia o video donde se usase el flash.
El rapido recorrido que varias estrellas fugaces nos regalaron en una noche con el cielo despejado, hizo que dicho momento fuera mágico.
Recuerdo con especial cariño a una chica que, desde mi ignorancia, entiendo que tendría algún tipo de inicio de esclerosis o símil ( por favor, si me equivoco, ruego que me lo comuniquen para corregir ).
Mientras le sujetaba un brazo, y otro compañero hacia lo mismo con el otro, no sólo completó una vez el camino … sino que repitió !!!!
Como ella misma decía cuando terminamos todos y, de nuevo, sentados en circulo, compartimos las sensaciones … «todos veis como ando normalmente, así que haber completado dos veces el camino …. ole mis ovarios !!!»
Gracias Leandro por compartir esta experiencia con todos. Me alegro que me hayas embaucado para este evento.
Ni que decir tiene que puedes contar con este humilde servidor para cualquier proyecto donde pueda aportar mi granito de arena. Será todo un honor poder disfrutar de tus conocimientos y ganas de compartir conocimientos, sensaciones y experiencias con un profesional, y mejor persona, como tú.
La verdad es que la cantidad de reflexiones que me llevo de ese día me podrían dar para escribir mil articulos … eso si, me quedo con una en concreto … ¿Hasta donde llega nuestra confianza?
Un abrazo,
Felipe García
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